lunes, 1 de abril de 2013

Negrero de blancas

Francisco ha tirado la primera piedra contra los proxenetas para convertir la tierra en zona libre de pecado. Puesto que el tráfico de personas colisiona frontalmente contra los derechos humanos, el Papa ha aprovechado su primera bendición urbi et orbi para calificarlo como la mayor esclavitud de este siglo, el XXI, en el que los negreros han sido sustituidos por tratantes de blancas, mujeres a las que en lugar de obligarles a doblar la espina en los algodonales de Virginia les tasan los orgasmos en Colorado.
Como darle vueltas a las cosas sólo es rentable para el equipo Red Bull, el pontífice ha usado la línea recta para referirse a un mal globalizado que se extienden desde el sexo en directo en Madrid al pago por visión en Amsterdam. A Francisco no le cabe duda de que ninguna de estas mujeres proporciona placer por su propio gusto.
Ni tampoco de que las bienaventuranzas no han perdido vigencia ni modernidad, por lo que la mención al estado de las prostitutas es su modo de decirles que el Señor está de su parte. De recordarles que la predilección por los que sufren erradica el sufrimiento y que el Justo no llama a los enfermos para que le cuenten sus miserias, sino para quitárselas. Porque las penas, con Dios, que es pan de vida, no es que sean menos, es que no son.

No hay comentarios:

Publicar un comentario