Grillo y las flores

Álvaro Delgado-Val sopesa en una magnífica tercera de ABC la posibilidad de que el gran resultado del cómico Beppe Grillo en las elecciones legislativas italianas se deba a que la política tradicional ha entrado en fase crisálida, así que vaticina con prudencia que de ella saldrá un nuevo modelo. No creo. Lo que saldrá del capullo ya lo hemos visto: si con alas, revolución sexual, si con hoces, revolución rusa, si con caja registradora, revolución industrial. Lo que significa que no saldrá un tiempo nuevo.
El triunfo de Grillo anuncia exactamente lo contrario: un desandar el camino, un retorno a mayo del 68, a la dictadura de las flores, balas con aroma, pero no a la primavera de Praga, a la libertad bien entendida, que no es la que vende el mayo francés. Nombrar a la imaginación comandante en jefe es un riesgo porque la imaginación no un exceso de la razón, sino la cara amable de la anarquía. Si debajo de los adoquines está la playa a ver cómo llega el agua corriente al grifo de los que no beben en la fuente de la utopía.
Einstein vaticinó que la cuarta guerra mundial se libraría con tirachinas, pero el resultado de Grillo explica que se llegará a ella desde la segunda, que es el siguiente peldaño en este trayecto de vuelta hacia el país de los ciegos tras el previsible desencanto que generará en los desencantados la escala en París. Menos mal que nos queda Roma. Y que Roma bien vale una misa.