domingo, 7 de abril de 2013

Dios y la aventura


La asignatura de Religión como aventura apasionante. Así la promociona la Conferencia Episcopal para que el alumnado capte que la materia del que manda sobre las tormentas promete emociones fuertes. Habrá quien critique que la Iglesia recurra al neón, pero la réplica es fácil: el propio Jesús se apareció a los suyos después de crucificado para pedirles que sustituyeran el encierro voluntario por la vuelta al mundo.
Evangelizar es arriesgar, que es lo que hacen los obispos al proponer la Religión como aventura. Un magnífico eslogan, que entronca con mensajes clásicos adaptables, tipo muchacho, la marina (Pedro y la barca, el viejo y el mar) te llama. O mantenga limpia España. De pecado. O contamos contigo. Para lo que sea: echar una mano a la Cáritas de los pobres o arrimar el hombro en la procesión de Jesús del Gran Poder.
La campaña es también reivindicativa. Ahora que hay quien dice que no se puede ser intelectual y de derechas -pobre Quevedo- y que, de paso, relaciona a la Iglesia con el fascio, el anuncio deja las cosas en su sitio al aclarar que los grandes cuadros, los grandes monumentos y las grandes partituras demuestran que el catolicismo pinta, construye y suena mejor que el laicismo. Salvo que haya quien considere que la plaza de San Pedro tiene menos valor arquitectónico que la jaula de grillos.

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