viernes, 26 de abril de 2013

Mano amiga, salida de emergencia, escalera de incendios

Los que a pesar de aprender caligrafía en los cuadernos Rubio fuimos renglones torcidos sabemos lo peligroso que es pasarse de la raya. Y lo fácil. Los desfiladeros tienen el atractivo de una noche de ronda, el vértigo es adictivo y la pasión, cuando no es según San Mateo, tiene su aquél aunque acaba de aquella manera. Un paseo por el filo de la navaja es parecido a acompañar hasta casa al mortífero cuchillo, de ala dulce y homicida, que revolotea en el verso de Miguel Hernández, con la intención de que te invite a subir a tomar la última en el sofá cama.
La zona oscura no es buen sitio para acampar. Ese es otro de sus encantos. Lo sé por experiencia. Aunque está señalizada con el cartel de no tocar, peligro de muerte, la muchedumbre transita por ella con la esperanza de aparear a la monotonía con el desasosiego a fin de alumbrar a la angustia, cuyo reflejo psicosomático, el nudo en la garganta, actúa en algunos como excitante.
Yo, que he pasado largas temporadas en las cornisas, sé que he escapado de ellas por la acción bienhechora de curas que Dios ha puesto en mi camino a modo de remansos con breviario. No sólo han sido mano amiga, sino salida de emergencia, escalera de incendios y, en ocasiones, refugio antiaéreo. Lo que explica que me ponga negro cuando alguien confiere al que luce sotana rango de tío del saco.  

2 comentarios:

  1. No es bien nacido quien no es bien agradecido...
    He tenido contacto con muchos sacerdotes en mi vida,más habiendo pertenecido durante unos años a una Órden religiosa como los jesuitas,y puedo decir que no he obtenido sino buenos consejos,interés limpio por mi persona y mi futuro y por mi caminar como cristiano en la vida.
    Algunos ángeles visten de negro,amigo Javier.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Precioso comentario. Buen día. Un abrazo.

    ResponderEliminar