No es cosa menor que gente abonada al sálvese quien pueda
suprima a los mártires del calendario. Por ahora el ateísmo se conforma con desvincular a las semanas del catolicismo, pero pronto sustituirá a los santos
por sus propios santones, si bien lo tiene crudo para encontrar petróleo en el
subsuelo laico, salvo que equipare a los chicos de Animalario con San Antonio
Abad, a El rayo que no cesa con Santa Bárbara, a Sendero Luminoso con Santa
Lucía y a Makinavaja con San Martín de Porres, patrón de los peluqueros, que
apadrinan a su vez a febrero mocho.
Para mí que es impotencia. Como no están en nómina, porque no quieren, infravaloran a los mejores obreros de la mies. La afirmación de que muchos son los llamados y pocos los
elegidos explica el cuello de botella para alcanzar la santidad, que supera sin
problemas San Blas, pero no quienes se quedan afónicos a fuerza de poner el
grito en el cielo para despotricar contra lo más sagrado. Son aquellos para los
que abril lluvioso y mayo, que es el viernes de los meses, no pasan de lunes a
secas al despojarlos de la cuaresma y del venid y vamos todos que, aunque les disguste, aportan primavera celestial al almanaque. Mal que les pese, hasta el saludo proletario por excelencia, salud, camarada, requiere por partida doble la protección de San Pancracio.