sábado, 20 de abril de 2013

Atuneros y yates

El Vaticano no es el Castelgandolfo del Altísimo, ni la segunda residencia de la Santísima Trinidad, ni la pedanía más ilustre de la Jerusalén celestial. Pero el laicismo lo presenta ante la opinión pública como el Puerto Banús de la barca de Pedro, cuando lo cierto es que en su plaza en vez de yates atracan atuneros. Al laicismo le conviene sugerir, sin embargo, que por la excelencia de sus vestiduras la curia romana dice en latín que su sastre es rico.
En lo que se ve que el laicismo no es flemático, sino demagogo, pues relaciona la cúpula de Bernini con el tejado a dos aguas del pazo de Meiras para que el pueblo pida al Papa que venda lo tenga de valor y reparta el dinero entre los pobres. Con lo que queda claro que el laicismo no comprende que en el Padrenuestro cohabita la sencillez del románico, la espiritualidad del gótico y la elegancia renacentista. No comprende que la oración es la riqueza.
Lo dijo Quien anduvo sobre el mar: destruid este templo y en tres días estará otra vez en pie. Se refería y se refiere a su cuerpo. El Vaticano no es el traje chaqueta de Dios, así que, aunque se vendiera al mejor postor, el laicismo no dejaría desnudo a lo más sagrado ni a sus gentes, esos pastores que huelen a oveja y esas ovejas que conocen a su Pastor.

2 comentarios:

  1. Hasta Atila frenó su tropas de hunos ante el Papa,ante Roma.Por algo sería...el problema de algunos es vender su opinión como la única verdad,su verdad.Y eso se llama totalitarismo.
    Haced lo que yo diga pero no lo que yo haga...sería su mensaje,cansino ya,hastiado,revolvedor,frente al más normal,con realidad que toca suelo,pero que toca cuerpo y almas. No lo quieren entender.
    Bien,muchos queremos una Iglesia pobre,pero con la pobreza de los hijos de Dios que no significa romper con la historia de Europa ante el revolucionarismo del siglo pasado.
    Un abrazo,Javier.

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  2. ¿Qué hay de malo en la riqueza si la repartes? Un abrazo.

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