viernes, 30 de agosto de 2013

Siria

El empecinamiento debería de ser materia lectiva en geología por la tendencia del hombre a tropezar dos veces en la misma piedra. Tras el fracaso en Irak, Estados Unidos prepara el padre de todos los bombardeos contra Siria. Luego llegará el llanto por los marines muertos, que serán enterrados en esos cementerios yanquis que, mirados al bies, semejan ser un enorme y conmovedor tablero de las tres en raya. O campos de azucenas con responso. O elegías idénticas de mármol.
Así que cuando la geometría bélica norteamericana, el Pentágono y el despacho oval, tengan a bien dar el pistoletazo de salida, Johnny cogerá su fusil y, si dispara a dar, el régimen de Assad tendrá las horas contadas. Pero lo que viene no tiene porqué ser mejor. Es casi seguro que se mantendrá el alboroto y proseguirá el tiroteo. Y que los cristianos lo pasarán aún peor que ahora por el probable ascenso al poder del islamismo radical, ese que confunde la inmolación con amar hasta el extremo.

2 comentarios:

  1. Doloroso,trágico y sin palabras,Javier. Muerte,sangre,poder...
    Abofeteamos a Cristo en los demás y luego nos llamamos hijos de Dios o de Alá. Me duele,pero asisto impasible.
    Un abrazo.

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  2. Todos somos hijos de Dios, pero los católicos sentimos que es nuestro padre. Eso nos hace apostar siempre por la vida. También en Siria. Un abrazo.

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