miércoles, 21 de agosto de 2013

Cristianos en Egipto

Le tengo gran estima a Pío Baroja, pero no comparto su idea de que el nacionalismo se cure viajando. Al contrario: transitar por según qué lugares refuerza la pertenencia al lugar de origen. Imagino que un español arquetípico (feo, católico y sentimental) que se encuentre ahora en El Cairo añorará la civilización occidental apuntalada por El Cid, el de la luenga barba, tanto como los franquistas añoran el bigote mosca.
Más que nada porque los hermanos musulmanes le dan trato de cuñado al cristiano y de nuera a la Iglesia para dejarlos fuera de la gran familia egipcia. En el capítulo de salvajadas que se cometen junto al Nilo los noticieros españoles no incluyen apenas los ataques que sufre la población cristiana desde el derrocamiento de Mursi. No deja de ser un error darle más importancia a que Gibraltar gane unas cuantas millas náuticas que a la posibilidad de que se reedite Lepanto.

2 comentarios:

  1. Siempre he visto estos actos como parte del fanatismo,que es algo muy distinto a vivir en Dios,le invoques como le invoques.
    No seremos plenamente humanos mientras no se cumplan totalmente las palabras de Jesús: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
    Un abrazo,Javier.

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  2. El fanatismo no es una consecuencia del amor, desde luego. Un abrazo.

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