viernes, 2 de agosto de 2013

La propuesta de Dilma

Por Brasil sabemos que los ricos también lloran, de modo que la propuesta de su presidenta, Dilma Rousseff, al Papa de liderar la liga contra la pobreza no pretende erradicar la pena sino el hambre. Rousseff sabe que tres comidas diarias no dan la felicidad, pero un hombre saciado es un hombre agradecido: un hombre, un pan, un hombre, un voto. En otras palabras, la presidenta le pide a Francisco que bendiga su programa de gobierno.
La parábola del buen samaritano sintetiza el discurso social de la Iglesia desde siempre. Entonces ¿por qué Dilma no propuso a Benedicto XVI, que era un Papa humilde, lo que propone a Francisco?  Porque la estrategia política, es decir el oportunismo, marca su plan de acción, que consiste en aprovechar para beneficio propio el tirón de Francisco entre los descamisados.
El Papa, por supuesto, no ha caído en la trampa. Si Dilma le hubiera pedido rezar juntos, todavía estarían arrodillados en Copacabana. Pero la presidenta no quiere trasladar el mensaje evangélico al día a día, sino utilizar sólo los pasajes que le convienen. La petición al Papa es un modo de decirle a Francisco quédese usted con los milagros y vayamos al grano, que es lo que tenemos que repartir, pues en el mundo la mies es poca y los obreros, muchos. Dilma, está claro, no sabe lo que es el maná.

1 comentario:

  1. Esa trampa ha seducido a muchos a través del tiempo,amigo Javier: Y es que es una "buena" trampa.¡Quitar el hambre!.
    Sí,pero el Señor habla de otras cosas además de esa.Habla del cansancio,de la tristeza de la viuda,del abandonar a todos para seguirle...
    Y ese es otro cantar aunque pueda parecer el mismo.
    Creo que el Papa Francisco,al que ya le llueven ligeros pescozones del progrerío,sabe cual es el camino a seguir.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar