domingo, 16 de junio de 2013

Pura y Lita

Ayer murió Pura, la abuela de Marisa, mi mujer. Pura, que tenía 96 años, ha muerto en la flor de la vida ¿acaso los viejos no desprenden sabiduría, que es el buen olor del alma? También murió Lita, la hermana de una amiga de la adolescencia. Tenía 46 años y toda la vida por delante ¿acaso la vida no nos precede siempre? Recibí la doble noticia casi a la vez y casi a la vez recordé una homilía de Alfonso, el anterior cura de Riópar, en la que aseguraba que la pregunta del millón que debe hacer el hombre a Dios no es ¿por qué? sino ¿para qué?
Un día antes, el viernes, hablaba con un amigo, a quien la crisis económica ha arruinado económica y moralmente. Estaba desesperado. Le dije que tuviera confianza. Pero mi amigo no cree en nada y eso limita mucho las cosas. Los católicos sabemos que Dios no es la luz del pasillo que dejamos encendida para que podamos dormir, sino quién en persona nos da las buenas noches. Pura creía en Él. Lita, lo desconozco. Lo que sí sé es que Él creía en las dos. Y que cree en mi amigo descreído.

1 comentario:

  1. Descansen en paz ambas.Y no es una frase hecha,Javier,sino una creencia.Yo,cuando suceden estas cosas me preguntó:¿Y por qué yo no?. Y me surge la confianza en el Señor.
    Que Dios crea en nosotros es una garantía.Mis respeto a tu esposa en este momento.

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