martes, 11 de junio de 2013

Balance satisfactorio

Cuando alguien califica un balance como satisfactorio lo que hace es admitir que se quedado con un poco de hambre. Pues bien, el balance de Soy católico ¿pasa algo? en la feria del libro de Madrid ha sido satisfactorio. El día de la firma consiguió, en cierto modo, ovación y vuelta al ruedo: buenas críticas y aceptables ventas. No salí, empero, por la puerta grande porque la del Príncipe estaba reservada a Muñoz Molina, que firmaba a mi izquierda, no sé si en bable, a montones de lectores atraídos por la merecida concesión del titulo de alteza serenísima de Asturias.
Si no fuera porque soy enemigo de mezclar la piedra filosofal con el escorbuto me daría con un canto en los dientes porque mi libro llamó la atención, que es lo primero que busca un escritor que no tiene quien le escriba. Hubo muchas más felicitaciones creyentes que mohines laicistas. Los que saben de esto dicen que salí mejor que bien, pero lo cierto es que lo hice con la certeza de que la desigualdad hace iguales a los desiguales. Hablo de esa costumbre española tan poco cristiana de no poner alfombra roja a los que están descalzos. Y no por hablo por mí, que tengo la manía de pisar fuerte para que no se me duerma el pie en los laureles.

2 comentarios:

  1. La nave que más progresa es aquella que mantiene la proa surcando el agua vengan los vientos de popa o en contra.
    Emitir el mensaje día a día es nuestro trabajo,el resto,vendrá por añadidura.
    Un abrazo.

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  2. Tienes razón. Además, tener el viento en contra es casi un estímulo. Un abrazo.

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