Pemán equipara el silencio, siesta sin grillos, a las tres
de la tarde agosteñas de un pueblo andaluz. A partir de ahora es también la fotografía
de los dos Papas, el vigente y el emérito, Francisco y Benedicto XVI, en la puerta del convento Mater
Ecclessiae, observados de cerca por la sonrisa rubia del arzobispo Georg
Gaenswein. La imagen capta la atmósfera y la profundidad, a modo de Las
Meninas, pero con más fe. Con toda la fe.
La escena es de una grandiosa humildad. Francisco toma las
manos de su predecesor con la ternura que da reconocerse en el otro, mientras
Benedicto baja la mirada con prudencia de niño. Con menos sol, porque la luz la
llevan de serie los católicos, la imagen valdría para una postal navideña. O
para que su autor concursara con opciones serias de ganar en los grandes premios del
ramo. Perdería, por supuesto, porque no expresa tragedia, sino esperanza. No enfoca el vacío, enfoca el cielo.
Citas a don José Mª Pemán,de quien me quedo con su frase: "Piensa bien aunque no aciertes" y continuas con esa foto que ví ayer en LA GACETA tal como describes. Un Benedicto XVI cansado pero al que supongo en paz y a un Papa Francisco acogedor,firme y sencillo.
ResponderEliminarSí,es un buena estampa que sugiere paternidad,afiliación,respeto,cariño...
Es eso lo que nos enseña el Maestro día a día.Que luego lo cumplamos o no,ya es cosa nuestra.
Buen sábado,amigo Javier.
Francisco está alegre y Benedicto XVI, sosegado.
ResponderEliminarEs una fotografía que tranquiliza. Un abrazo.