Coche bomba y boom demográfico

Las damas de rojo, diputadas de la izquierda parlamentaria, andan indignadas porque un ministro facha ha comparado al aborto con el terrorismo, que es como decirle a sus defensoras que le tienen menos querencia a los cinco lobitos que a la Tigresa, a Jesusito de mi vida que a Josu Ternera. De ahí que le exijan que retire sus palabras porque consideran que no hay ninguna equivalencia entre poner un coche bomba y dinamitar el boom demográfico.
Pues para mí que el ministro ha estado acertado porque bien mirado ambos términos son de lo más parecido: las clínicas abortivas de la capital tienen algo de comando Madrid y los políticos que les hacen el trabajo sucio un poco de miembros liberados. En cuanto a los médicos, tienen mucho de gudaris con bata y los quirófanos bastante de zulos.
El terrorismo y el aborto parten de la premisa fascista de que alguien debe de prevalecer sobre alguien. Por eso  los segundos no dejan nacer a Tomás y Valiente, a Múgica o a Miguel Ángel Blanco y los primeros los apiolan por la espalda. Es decir, los matan de mala manera, aunque enmarquen el asesinato en el cuento retórico del conflicto armado, al igual que hacen los abortistas cuando sacan a pasear el latiguillo del derecho a decidir, que es la fusta que utilizan contra el feto. Por ahora, tienen a parte de la población de su parte, pero no por mucho tiempo. Más pronto que tarde la sociedad les exigirá el comunicado de que abandonan las armas: unos la nueve milímetros y otros el escalpelo.