sábado, 1 de diciembre de 2012

Una más

La teología, que es ciencia exacta, la matemática del cielo, aclara que el orden de los factores altera el producto: Dios existe no porque yo crea en Él, sino porque Él cree en mí. Si la creencia se sustentara en la fe ciega, quien todo lo ve no sería más que una ilusión óptica. En cambio, si te mira a los ojos se convierte en tu razón de ser. Aunque antes le hayas dado coces. Que se lo pregunten a San Pablo.
El modo de llamar a los conversos no ha cambiado mucho desde que Dios le convirtiera en su corresponsal en Damasco. Algunos de los que ahora rejonean a los católicos se caen también del caballo. Con consecuencias magníficas para su salud, ya que en lugar de romperse una pierna aprenden por primera vez a andar, lo que les permite transitar sin traspiés el camino de perfección.
Así acaba de pasar a Leah Libresco, filósofa estadounidense, hasta el momento bloguera atea, que se estrenará en la red como pescadora de hombres. Esta chica lista no se convierte a tontas y a locas. Exige respuestas. Mejor. Para un católico no hay preguntas incómodas. La fe del carbonero no acredita limpieza de sangre ni otorga a quien la profesa rango de cristiano viejo. Para enseñar a los nuevos lo que es la vida eterna es preciso demostrarles que conoces de primera mano, y al dedillo, la biología del alma.

2 comentarios:

  1. Venimos de la fe del Pueblo de Israel que es reconocido por Él,Dios en el desierto,que se va mostrando en la zarza ardiente,en el camino,siglos de amor,justicia,encuentros y desencuentros,para llegar al Hijo.
    Ante el Misterio,o adoramos o lo negamos,pero eso no deja al Misterio disminuido.
    Me quedo con Jesús de Nazaret que llama Abba a Dios.
    Buen sábado,Javier.

    ResponderEliminar
  2. La conversión es un regalo de Dios. Me alegro por esa chica. Un abrazo.

    ResponderEliminar