domingo, 30 de diciembre de 2012

Canción de cuna, tristeza de amor

De la interacción de la psicología y la tripita nace el tercer supuesto. Para evitar la depresión posparto las mujeres que abortan arguyen que, como no están preparadas, el niño es para ellas una potencial fuente de angustia con pañales. De  modo que la neurosis en grado de tentativa, avalada por esos malos cirujanos de las ideas que son los psicólogos de las clínicas abortivas, les permite acabar alegremente con el feto.. Conclusión póstuma: en lugar de canción de cuna, tristeza de amor.
Por un defecto de forma, el aborto no está incluido en el negocio del crimen, pero en el fondo es parte de su estructura. Matar siempre ha sido rentable. Inmoral, pero rentable. A los facultativos que se lucran con la matanza les importa poco sustituir el juramento de Hipócrates por la promesa a la embarazada de un vida mejor a cambio de acabar con otra.
Lo peor es que lo hacen en el ámbito de una ley que permite que su tercera opción sea un coladero. Viene a ser como si en las oposiciones al MIR en la especialidad de salud mental los aspirantes pudieran escoger entre dos exámenes imposibles y uno tirado. Si escogen el primero deben describir el trauma infantil que motiva que hagan pucheros los que pasaron el año del hambre. Si el segundo, analizar la relación entre el baile de San Vito, el último tango en París y el que asó la manteca. En cambio, para superar el tercero les basta con decir lo primero que se les pase por la cabeza.

2 comentarios:

  1. Mi bisabuela tuvo 11 hijos,salió adelante con ellos con mucho esfuerzo.Fundó una familia que aún subsiste,donde tengo primos de 75 años,con hijos más jóvenes que yo,que tengo 57.Nos reunimos alguna vez,con nietos de 2 añitos que tienen la misma cara y gestos que algunos de esos ancianos. ¿No es eso hermoso?.
    Un abrazo,Javier.

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