miércoles, 26 de diciembre de 2012

El dedo en la llaga

La tradición cristiana de poner el dedo en la llaga no arranca de Santo Tomás. Más que nada porque lo suyo fue escepticismo en vez de diagnóstico. Quien marcó tendencia fue su maestro. Desde que Jesús catalogó a los fariseos como hipócritas cum laude la Iglesia no ha dejado de llamar al pan, hostia bendita, y al vino, sangre de Cristo, aunque hay quien lo defina de peleón al atribuirle al clero ganas de bronca.
No es eso. Si la Iglesia no calla es porque se sustenta en la Palabra, de la que ha hecho uso Benedicto XVI en su discurso de Nochebuena para criticar la situación de países inhóspitos del planeta. En primer lugar del escalafón sitúa a Siria, donde por el modo en que caen los inocentes parece que se disputan el poder Herodes y Hitler. Y donde no se avecinan buenos tiempos para los neutrales, que huyen al país de los cedros para evitar acabar en el árbol del ahorcado.
El Papa también ha aludido a Egipto. Lógico. No hay que ser José para interpretar que el sueño americano de los cristianos, que hasta ahora progresaban adecuadamente, acabará en pesadilla cuando los hermanos musulmanes ordenen fratricidio general. En cuanto a China, el Sumo Pontífice ha pedido al gobierno que deje al Espíritu Santo volar por su cuenta, toda vez que intenta sustituir a la religión legítima con falsificaciones marca de la casa. La iglesia católica nacional es a la vaticana los que los aforismos a los versículos. Habrá que explicar a Pekín que el taichi no tiene nada que ver con los ejercicios espirituales.

2 comentarios:

  1. Jesús,el rechazado por la progresía(es una incoherencia tal como tapar una montaña y decir que no existe)es el más cercano de los hombres,el Hijo hecho hombre,con todas las debilidades salvo el pecado,hasta el miedo tuvo el Señor. Y nosotros,somos tomases,escepticos,somos pedros,cabezones,somos juanes,amorosos,fieles,somos pablos,entregados, y hasta Judas,pero también el buen ladrón,amigo Javier.
    Un abrazo en el día de S.Esteban.

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  2. El dedo de Dios cicatriza las llagas. Un abrazo también para ti.

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