domingo, 23 de diciembre de 2012

Contrato en blanco

Como los que invertimos en bonos del tesoro celestial recibimos aquí cien veces más no necesitamos hacer rogativas a San Ildefonso para que sus niños nos agracien con el sobrepeso del azar. Jesús alude a los lirios de campo para darnos a entender que el contrato en blanco con el dueño de la viña nos garantiza la ropa de faena, la manduca diaria y la cobertura del resto de necesidades básicas. Y después, a modo de paga de beneficios, la vida eterna.
Dado que no se puede servir a Dios y al dinero el contrato implica dedicación exclusiva y desapego de los bienes materiales, lo que, en términos de mercado de la caridad, significa cotizaciones voluntarias a los más necesitados. A cambio, proporciona una serie de incentivos que no ofrece ninguna empresa, entre los que destacan una estancia a nuestro nombre en la casa del Padre y un viaje en primera clase al séptimo cielo.
Como quiera que no es posible aplicar la reforma laboral en el ámbito del apretón de manos que para formalizar el acuerdo se dan el Señor y su criatura no hay margen para el despido libre. Que, por otra parte, no tiene ninguna razón de ser toda vez que este patrón, en vez de presentar expedientes de regulación de empleo, trabaja para incrementar la plantilla. Jamás ha puesto a nadie en la calle. Más bien es lo contrario. La cláusula del libre albedrío incluida en el contrato con el Todopoderoso determina que sólo lo puede romper la parte más débil.

2 comentarios:

  1. Coincido plenamente con lo escrito por tí,Javier.Personalmente,como enfermo crónico de procesos múltiples graves me conformo con respirar,intentar hacer felices al máximo de personas,hacer las cosas que mi situación me permite con la mayor alegría posible y dar gracias a Dios cada día por el regalo de la vida. El dinero,útil,pero la vida es imprescindible. Un abrazo.

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  2. Darle al dinero un valor relativo me permite priorizar lo importante. Un abrazo.

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