Primera enmienda contra la NASA

La NASA ha reculado: no hay vida en Marte. Es posible que el hallazgo de cloro baste para que Obama no le cierre el grifo de la financiación, pero no acredita la presencia de una empresa sosias de Vichy catalán en el planeta de al lado. El descubrimiento que cambiaría los libros de historia se ha quedado pues en apéndice a pie de página. Con lo que ha costado, raro será que el presidente de la primera enmienda no haga uso de la libertad de expresión para mandar a su agencia espacial al quinto pino de la constelación de Orión.
La parte buena es que los alumnos repetidores no tendrán necesidad el próximo curso de cambiar el volumen de sociales. La parte mejor es que los que atacan a los que tenemos hambre y sed de Dios se quedan otra vez con las ganas. Para aniquilar a la religión católica la ciencia intenta desde hace décadas desactivar el principio de que el todopoderoso creó al hombre y a su imagen y semejanza. La búsqueda de más seres racionales en otros puntos del firmamento es para ella lo que la de El Dorado para Lope de Aguirre, una obsesión que les cuesta un perú.
Tras el primer anuncio el laicismo agresivo ya afilaba sus cuchillos, que ahora ha envainado. De haberse descubierto vida en Marte, se vendría abajo lo que considera el entramado católico. A dos planeta habitados, dos dioses.  O lo que es lo mismo, un Vaticano en la tierra y en Marte un Vaticano II.  Pues mira, no. El guarismo lo mantiene el concilio del Papa bueno. Y la versión alternativa de la bacteria forastera queda enterrada. Qué esperaban: bicho malo, siempre muere.