sábado, 15 de diciembre de 2012

Asia y Pakistán

El Vaticano intercede para que una mujer del montón, Asia Bibi, no sea condenada a muerte en Pakistán por una supuesta afrenta que por estas tierras no origina ni un tirón de orejas: la blasfemia. Lo que dice mucho de la Iglesia, siempre en auxilio del necesitado, y bastante de las diferencias entre civilizaciones. Mientras en Oriente te barren del mapa por aludir a Mahoma en Occidente al que menciona a Dios entre pestes lo premian con la escobilla de oro.
Asia ha sido víctima, según parece, de una ley finalista que busca laminar la presencia de cristianos en un país en permanente Lepanto, que al ser el máximo exponente de la media luna pretende un catolicismo en cuarto menguante. Sin mucha crítica externa, por cierto. Resulta paradójico que una mujer perteneciente a una minoría no tenga el apoyo del feminismo militante. Y resulta curioso que sólo la defienda una institución calificada de machista por la casta que ahora no ha dicho ni mu. De lo que se deduce que el silencio también forma parte en ocasiones del doble lenguaje.
Como quiera que el Gobierno se ha brindado a dar asilo político a Asia en el caso de que la dejen en libertad sin ira se va a enterar la buena mujer de lo que es blasfemar sin efectos secundarios. En España, de hecho, no hay santo sin oprobio. El ateísmo, que prefiere la danza de los siete velos a San Pascual Bailón, se enfrenta a la Iglesia de Santa Bárbara al modo del capitán Trueno: sus y a ella.

2 comentarios:

  1. Hay más caridad en un niño que echa 1€ en la bandeja de Cáritas que cien discursos de políticos y de feministas machorras en pro de la cacareada libertad.
    Un abrazo,Javier.

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  2. Se echa de menos su apoyo a esta mujer, desde luego. Un abrazo.

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