martes, 23 de julio de 2013

Progresía burguesa

A pesar del lugar común de que el niño es noble por naturaleza, la infancia no es muy de fiar. En mi etapa escolar no era raro que en el trascurso de un partido algún crío, yo mismo, se pasara al equipo contrario sin previo aviso, negociación a tres bandas, ni pago de la cláusula de rescisión, de modo que cuando su portero le pasaba confiado el balón se lo devolvía por la escuadra. Es lo que espera la progresía del Papa, al que jalea para que se convierta en uno de los suyos, a fin de que en mitad de una homilía le meta un gol en fuera de juego posicional a la Santa Madre iglesia.
No lo conseguirá. Sucede que la progresía confunde la nobleza baturra con Luis Aragonés, la jota con el achique, el sitio de Zaragoza con el golpe franco, el Evangelio con la ideología, por lo que ve en Francisco a un prometedor ministro de Asuntos Sociales en lugar de a un escalador de la fe que en vez de subir los catorce ocho miles que le propone el laicismo para que se estrelle monta el campamento base en el sermón de la montaña.  
La progresía burguesa, que es la que maneja los hilos, cuenta con el efecto placebo que su discurso tiene en la sociedad para colarle que está a muerte con los desfavorecidos. Como el Papa. Pero si Francisco, a imitación de Jesús, le dijera a la progresía vende lo que tengas, reparte el dinero a los pobres y sígueme te digo yo que esta gente no tarda ni medio minuto en hacerse de derechas.

2 comentarios:

  1. El seguimiento del Señor no es algo fácil,porque exige un compromiso y eso les suena molesto a los que quieren nadar y conservar la ropa.
    Se olvidan que S. Martín partió su capa y se la dio a un mendigo.
    El Papa Francisco puede ser amable,pero eso no debe confundirse con venderse a los que niegan a Cristo.
    Un abrazo,Javier.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto que Francisco no caerá en la trampa. A la progresía se les ven las intenciones a la legua. Un abrazo.

    ResponderEliminar