jueves, 25 de julio de 2013

El tren y Dios

No tardará mucho el laicismo en preguntar con retintín por el paradero de Dios cuando el desastre ferroviario de Santiago de Compostela para endosarle subliminalmente la responsabilidad del descarrilamiento. El laicismo se convierte así en el mejor amigo de la muerte, a la que, para evitar relacionarla con los hechos, no le da vela en este entierro, cuando ha sido ella, y no Él, la patrocinadora de la masacre.
Para el laicismo el hombre no es más el colofón de la biología, el monosabio, mientras que para el catolicismo es el pijama para dos, cuerpo y alma, de los que sueñan con los angelitos. Por eso la sociedad descreída se queda sin repuestas ante las tragedias. El católico, por el contrario, tiene una visión trascendente porque sabe que el ámbito de actuación del Creador es la vida eterna.Y en ella no hay estación término.

2 comentarios:

  1. En primer lugar,pedir por todas las víctimas.Luego,abundando en tu comentario,decir que Dios no viene sino a compartir la vida con el hombre,en un misterio esperanzador que culminó en la Cruz.
    ¡Benditos los que,por Gracia de Dios,lo asumimos como algo liberador!.
    Un abrazo.

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  2. Benditos lo que creen. Un abrazo.

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