jueves, 22 de noviembre de 2012

Sin mula ni buey, pero con niño



Quienes dan por hecho que hace sesenta millones de años, millón arriba, millón abajo, un meteorito acabó con los diplodocus cuestionan que hace dos mil y pico una mujer sin mancha pariera un redentor. Al no ponerse las gafas de cerca son incapaces de mirar la historia sagrada con buenos ojos. De ahí que se le salgan de las órbitas por la conclusión sobre la virginidad de María reflejada en el libro guía sobre los primeros años de Jesús escrito por el Papa, quien al tiempo que reafirma el dogma cuestiona que en el pesebre cohabitaran el reino animal y el rey de reyes.
Como el libro no es un cuento infantil sino literatura para adultos el Papa huye del érase una vez para interpretar desde el rigor el colorín, colorado del Antiguo Testamento que da paso al nacimiento de Jesús. Dado que en los Evangelios no se alude a la presencia de la mula y el buey, Benedicto XVI destaca que no está probada la presencia en el portal de la abuela materna de Platero y del cuñado gracioso de la vaca que ríe.
La burla de los laicos que mantienen la escopeta cargada en posición de apunten contra Su Santidad no ha tardado en llegar. Para hacerle la contra reivindican la condición de establo del lugar de los hechos. Con lo que demuestran que no son santos, pero sí inocentes. No se han parado a pensar que al desmontar parte del belén el Papa despoja del escenario el atrezo superfluo. El minimalismo del paritorio agiganta la figura del recién nacido.

2 comentarios:

  1. Chesterton dice: "Al entrar en la Iglesia no se nos pide que nos quitemos la cabeza,tan sólo el sombrero"...
    Buen día,Javier.

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  2. Su problema es que no entran en la Iglesia.

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