miércoles, 7 de noviembre de 2012

Dos Credos y tres Padrenuestros

Un milagro no es la aplicación de la teología a la ciencia, sino la irrupción del asombro, oración mediante, en la cotidianidad del hombre. El milagro es la consecuencia última del efecto mariposa de la fe: el aleteo de un Ave María hace posible el soplo del Espíritu.
A causa del cerco permanente de la muerte el común de las gentes circunscribe a la salud la presencia del milagro, pero su ámbito de actuación predilecto es el alma. La incidencia del pecado la debilita hasta el punto de que para sanarla requiere microcirugía, dos Credos y tres Padrenuestros, si es venial y confesión a corazón abierto si es mortal. 
El perdón de Dios es el mayor de los milagros porque exonera a la conciencia del cargo que ella misma se imputa, de modo que convierte de nuevo al hombre en un ser libre. Si a pesar de eso hay quienes lo desdeñan es por una cuestión de amoralidad: para cuantificar el valor del perdón hay primero que cifrar la magnitud del remordimiento. 

2 comentarios:

  1. Precioso texto,de buen calado en fe y teología. El milagro existe,no sólo es eso que decimos de "vivir ya es un milagro etc",sino la percepción puntual de que Dios ha obrado ese milagro,en un momento determinado.Lo sientes porque te palpita el corazón como les debió latir a los discípulos de Emaús cuando se dieron cuenta de quien era su compañero de camino...
    Un abrazo.

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  2. Gracias por leer este blog todos los días. Tengo la impresión de que este artículo expresa lo que siento: que el amor de Dios es un milagro permanente.

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