Paridas sobre el aborto

La zoología y Álvaro de Luna dirán lo contrario, pero el lince ibérico surge del romance anónimo entre una siamesa en celo y El Algarrobo. No hay más que mirarle las patillas a la especie más protegida de España. Lamento que el gato favorito de Luis Candelas esté en peligro de extinción, pero mucho peor, triste y azul, está el de Roberto Carlos y no se gasta el gobierno ni un euro en un programa de adquisición de vinilos que garanticen la supervivencia de la balada en tiempos de rock duro.

Como el lindo gatito también cuenta con más protección que el feto humano, la Iglesia reflejó tal incongruencia en una campaña que a primera vista ganó adeptos para la causa del catolicismo, siquiera fuera por el gran número de laicos que visitó las alturas para poner el grito en el cielo. Entre ellos la entonces ministra de igualdad, lo que demuestra que para sacar de quicio a la madrastra de Blancanieves no hay nada más eficaz que ponerla ante el espejo.

La ministra aconsejó a la Iglesia que argumentara en el ámbito moral y no en el jurídico porque, en su opinión, sabe de pecados pero no de delitos. Tal aserto aclara que, aunque defensora de la interrupción del embarazo, es partidaria de alumbrar paridas. Como la de que abortar equivale a ponerse tetas, frase que certifica su desconocimiento de lo que es un niño de pecho. Aún así, puesto que la chica parece avispada, es posible que vaya de lista. Peor para ella. Debería de saber que en ninguna parte se acumula tanto serrín como en una cabeza bien amueblada.