viernes, 2 de noviembre de 2012

Los caminos del Señor

Si los caminos del Señor son inescrutables es por la tendencia del hombre a buscar atajos. En realidad, Dios nos lo pone fácil. Para llegar a él sólo hay que atravesar en la noche oscura del alma el Huerto de los Olivos, avanzar un largo trecho con el buen samaritano y recalar el Roma para que el Vicario de Cristo apadrine el trayecto, proporcione el salvoconducto y dé las últimas instrucciones.
La adscripción a El Vaticano es ineludible. De ahí que se engañen quienes modelan el catolicismo a su gusto para evitar los Diez Mandamientos con tácticas del séptimo de caballería. El cristiano que ataca los pilares de la Iglesia porque preferiría otro modelo es como el concertista que se queja de que no saca acordes de tango de una pandereta: un insatisfecho crónico que se debería de irse con la música a otra parte si no fuera porque para Dios nadie desafina. Ni siquiera Sor Ye-Ye.
De la generosidad del Creador se deduce que su reino no es una república bananera comandada por un tirano. El Papa no ejerce de lugarteniente del gran capitán, que es el rango que otorgan a Benedicto XVI quienes cuestionan su forma de pilotar la nave. Si por ellos fuera habría primarias para que al jefe lo eligieran las urnas y no el Espíritu Santo. Lo que sería un error porque no hay que olvidar que de las primeras salió Hitler y que el segundo es infalible. Está claro que Alberti no se refería a él cuando escribió que se equivocó la paloma.

1 comentario:

  1. Mi padre espiritual,S.Ignacio de Loyola habla del discernimiento,es decir,desnudarse espiritualmente ante Dios,y eso duele,pero te abre a la verdadera libertad.
    Un abrazo.

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