martes, 27 de noviembre de 2012

El Evangelio como ecosistema

La principal diferencia entre romanticismo y catolicismo estriba en que la literatura nos enseña a morir por la persona que se ama y la fe a dar la vida por ella. La raíz es la misma, el amor, pero mientras su efecto es devastador en el romántico para el católico en cambio es el pan y el vino. De ahí que la petición del Papa a sus seis nuevos cardenales de que amen hasta el extremo transite por el camino de Dios nuestro Señor y no por el de Lord Byron.
Como el futuro es un arma cargada de poesía, Benedicto XVI invita a los recientes hombres de púrpura a convertir la cotidianidad en lirismo. Nada rima mejor con Mesías que el sintagma día a día. Encontrarse con Jesús implica tomar café con él, pasear de su mano, darle limosna, si la pide. Implica ser Lázaro y ciego y leproso y viuda y Pedro y Pablo. Implica optar por el ecosistema del Evangelio frente al del mundanal ruido.
Entre la Pasión y el deseo el creyente lo tiene claro. La vida, muerte y resurrección de Jesús es el estribillo del cántico nuevo que tararea de puro contento. La redención obliga al católico a cumplir en agradecimiento con el segundo mandato. Amar al prójimo hasta morir por él es mejor que morir por él a causa del amor. Los infartos emocionales son cosa del hombre. Aunque luego sea Dios el que sana los corazones rotos.

2 comentarios:

  1. Misericordia quiero y no sacrificios...
    Cuando me ronda el no hacer caso a alquien,a dejarle de lado,a no interesarme por su vida;repito esta frase del Evangelio y encuentro las fuerzas para amar,no por obligación,sino por devoción.
    Buen martes,Javier.

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  2. Buena reflexión. Y buen martes también para ti. Y para todos.

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