lunes, 21 de enero de 2013

Ni por dinero ni por placer

Las cosas claras: la Iglesia no se opone a que las churras se casen con las merinas y el torito bravo con el becerro de oro para evitar que se le acabe el supuesto negocio sacramental derivado del casamiento entre el toro de Osborne y la vaca que ríe, sino por algo más serio sustentado en la religión y con consecuencias en la biología: el apuntalamiento en la tradición de la pervivencia del rebaño.
Otra cosa: el clero no pone a parir por gusto la interrupción voluntaria del embarazo, sino porque entiende que el sonajero, pasodoble de guardería, suena a los padres primerizos a música celestial. Como el réquiem que llega a su hora en vez de a la una en Canarias. Puede que para algunos la muerte tenga un precio, siquiera político, pero la grey católica otorga un valor incalculable a la vida.
De modo que ni las arras son un filón, ni el no matarás un freno arbitrario al sí de las niñas ni la extremaunción un capricho al óleo. Quedamos entonces en que la Iglesia no se opone por dinero ni por el placer de imponer su modelo de sociedad frente al que propugnan los que le hacen burlas. Otra cosa es que, sin pretenderlo, le busque las cosquillas a quienes consideran que la Gracia no tiene chiste.

2 comentarios:

  1. Sería gracioso que el Señor fuese crucificado,muerto y sepultado,resucitando a los tres días para que ahora traguemos con asesinato de fetos,violencia,corrupción,churras y merinas o distinto(sin citar a nadie,que no tengo ganas de jaleo a estas horas).
    En fin,el mensaje de la Iglesia es distinto,pero si no quieren conocerlo,es otro cantar.
    Un abrazo,Javier.

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  2. Tú lo has dicho, sería gracioso, pero no tiene gracia. Pero tiene enmienda: está claro que la mayoría no lo hace por maldad, sino por ignorancia. Un abrazo.

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