viernes, 25 de enero de 2013

Dios y las catástrofes

Ahora que el Papa de Roma pide ayuda urgente para las víctimas de las inundaciones de Indonesia vienen a cuento un par de consideraciones para acabar con la leyenda negra de que Dios se lava las manos ante las catástrofes naturales. Una es que el ateo sólo concibe su existencia si percibe motivo para echarle el muerto. Otra, que la solicitud de Benedicto XVI propiciará la llegada inmediata de dinero y de voluntarios para contrarrestar los daños materiales y personales al evangélico modo.
A diferencia del Sumo Pontífice, algunos que echan pestes contra el Creador tienen idéntico poder de convocatoria que defensas una mofeta con oclusión intestinal. Son aquellos que no hace tanto, cuando tembló Haiti, se preguntaban por el paradero de Dios el día de autos. Como hay respuestas que requieren un minuto de silencio previo es bueno contestarles hoy que nunca salió de la isla, que estuvo junto a los que sufrían y que allí sigue, afanado en la extinción del incendio junto a sus misioneros, los bomberos del cielo.
El laicismo argumenta falazmente sobre la supuesta indiferencia de Dios ante las tragedias para responsabilizarle de ellas por omisión del auxilio. Sin embargo, cuando las cosas van bien no ve relación causa efecto. Es el doble lenguaje de los que merecen que se les diga un par de cosas. La primera es que son propietarios de una caridad retórica que se queda en buenas palabras. La segunda, que deben aprender del modo en que trabaja la grey católica sobre el terreno. Les vendría bien tomar nota a quienes para evitar que los relacionen con ella son capaces de no dar un palo al agua aunque actúen como artistas invitados en el festival de San Remo.

2 comentarios:

  1. No he visto aún ni un solo comedor para gente sin recursos de sindicatos o partidos. El día que lo vea...seguiré confiando en mi Iglesia,amigo Javier.
    Un abrazo.

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  2. Ni yo tampoco. Es cierto que ha personas solidarias, pero no instituciones que tengan como eje la caridad.

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