martes, 19 de febrero de 2013

León y Pío

La interpretación de los papados a partir de la ideología distorsiona de tal manera la realidad eclesial que las conclusiones no resisten un peritaje independiente, pero pasan el corte de una opinión pública domesticada que reinventa a Unamuno al pedir que piensen otros. Lo que significa que asume sin margen de dudas cualquier análisis que encaje en su mentalidad progresista. Como, por ejemplo, el que otorga a León XIII categoría de Papa rojo y a Pío XII de fascista sacramental.
En el imaginario inoculado en la sociedad cerril por el pensamiento dominante el autor de la Rerum Novarum se representa como un adicto a la hoz y el martillo, Trotsky con sotana, mientras el segundo cohabita con las esvásticas sin que se le mueva un músculo de la cara. Lo cierto es que ambos fueron grandes pontífices -uno dijo ya está bien a los amos de la tierra y otro a los señores de la guerra-  pero la progresía insiste en enfrentarlos porque tiene claro que el contraste es el hábitat del maniqueísmo.  
De ahí que sugiera que el primero se iba de cervezas con Marx, que le tendría por opiáceo, y que el segundo es la antítesis de lo que merece la Iglesia de los pobres. A saber, curas obreros, sacristanes afilados a la UGT y monaguillos de las juventudes socialistas que sacan  el agua para bendecir del pozo del Tío Raimundo.

2 comentarios:

  1. Jugar con cartas marcadas va siendo ya una costumbre que hace años podía causar cierto estupor y que ahora se aplaude y jalea como si de algo bueno se tratase. El "todo vale" va siempre en la misma dirección: La Iglesia.
    ¡Hombre,Nerón ya nos dio "un aviso" que supimos captar estupendamente,más que nada porque ser cristianos no significa ser lelos.
    Es decir,sigamos caminando,poniendo al Señor como referente y al prójimo como hermano.Lo demás,chifletes...
    Un abrazo,Javier.¡Nadie dijo que iba ser fácil compartir la Cruz del Maestro!.

    ResponderEliminar
  2. Se quedan en los estereotipos. Un abrazo.

    ResponderEliminar