martes, 5 de febrero de 2013

Equis para todos

Como quiera que abrazar la cruz católica implica persecuciones que le echen un galgo es el latiguillo predilecto de los que azotan a Jesús de palabra y le muerden de obra. Los perros ladradores azuzan a la jauría humana contra el buen pastor y sus ovejas blancas a fin de diezmar el rebaño. En este contexto se enmarcan las lágrimas de cocodrilo derramadas por los que consideran que el acuerdo para equiparar a todas las confesiones se ha quedado en papel mojado.
La norma se firmó hace un nada, un tango, dos décadas, sin que los defensores laicos de las religiones minoritarias consideren que se haya avanzado en la igualdad de trato, por lo que piden, por ejemplo, que en la declaración de la renta se permita que los musulmanes, entre otros, marquen la equis, que en este caso no sería empate, sino victoria a domicilio de Teherán, a cuyos guardianes no les piden que permitan a quienes creen en el Hijo beneficiarse del programa padre.
La reciprocidad es un punto de equilibrio que la parte contraria no está dispuesta a llevar a cabo ni loca, pero el laicismo puede argüir que un empecinamiento no justifica otro, que es la tesis hipócrita de los que en cuestión de financiación aseguran que no hay que pagar con la misma moneda a lo que no ponen una peseta. Con todo, se equivocan al insistir en este tema. Creen que el dinero es el talón de Aquiles de la Iglesia, cuando para esta experta en caridad no alcanza siquiera la categoría de juanete.

2 comentarios:

  1. Al coronel de infantería al que asesinaron su hijo los etarras y que los perdonaba de corazón,al padre que acaricia a su hijo deficiente mental,al trabajador que es honrado,a todos estos,nadie tiene que decirles donde han de poner la equis,la Cruz de S.Andrés o su óbolo: lo tienen claro con anterioridad.
    Un abrazo,Javier.

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