martes, 21 de enero de 2014

Gamonal

El desenlace de los hechos del barrio burgalés de Gamonal demuestra que si usted, Alberto, se enfrenta a Hacienda en solitario porque tras husmear en sus cuentas la inspección asegura que en el 95 escamoteó el pago trimestral del IVA perderá el tiempo, que es oro, y el oro, que es lo poco que tiene ahorrado. Pero si, por el contrario, convierte su caso en paradigma de la voracidad pública y le prende fuego a la agencia tributaria junto a dos centenares de incendiarios (Todos somos Alberto) es probable que le incluyan entre los beneficiarios de la próxima amnistía fiscal.
Por Gamonal sabemos que la importancia de los adoquines no estriba en la utópica posibilidad de que bajo ellos esté la playa, sino en que descalabran. Con todo, la referencia al pleamar es obligada. La literatura siempre ha servido de coartada a las revueltas porque la masa requiere arengas para moverse. Todo dictador, sea Stalin o sea Adolf, tiene claro que la lírica combativa es fundamental para guiar al pueblo, aunque sea al precipicio.
Esta salivación general que causa la pancarta la ha utilizado en beneficio propio el colectivo antisistema que ha originado el seísmo político en Castilla y León, y las réplicas de Madrid y Barcelona, cuyos miembros han combinado el eslogan con el disturbio, que sorprendentemente esta vez no ha tenido a la Iglesia como excusa. Gamonal se ha convertido así en un mayo del 68 perfeccionado que 45 años después aclara el motivo por el que los jóvenes franceses que pedían lo imposible no lograron su objetivo: perdieron el pulso porque les tembló.

1 comentario:

  1. Lo de Gamonal huele a izquierda que tira para atrás. Y al mismo tiempo a derecha que recula cobardemente. Mientras,la verdad es eso que muchos pisotean y que pocos defienden. Vamos,de pena...
    Un abrazo.

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