sábado, 14 de diciembre de 2013

Trasvase de alegría

El salto de Juan, el Bautista, en el vientre de su madre al escuchar la voz de María de Nazaret sería catalogado hoy como un amago de parto prematuro, cuando en realidad fue el primer caso conocido de mariposas en el estómago, de alegría prenatal. De lo que se deduce que la alegría de Juan, la de cualquier creyente, es el trasvase Tajo-Segura de Dios a su criatura.
La alegría no es la fuente de la eterna juventud, sino el gen de la longevidad del católico, que perdura porque se toma cada día como si fuera el primero, en tanto que el mundo, que corre en círculo, lo hace como si fuera el último. Entre ambos modos de plantearse la vida no hay ni punto de comparación, pues el último día uno se afana en cerrar los grifos abiertos mientras que en el primero descubre el prodigioso sonido del agua.

1 comentario:

  1. Hermosa tu reflexión,amigo Javier. El salto del profeta en el vientre de Sta.Isabel fue sin duda un movimiento natural,pero el evangelista le da la verdadera dimensión: alegría ante la presencia del Señor. No hay otra respuesta cuando es el Señor el que está delante.
    La alegría es sencilla,firme y sabe reconocer belleza hasta en una mondadura de patata.
    Feliz Navidad para ti y los tuyos.

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