lunes, 9 de diciembre de 2013

Mandela y Melilla

La hipocresía política explica la coexistencia de la lágrima fácil y en encogimiento de hombros en el mismo preboste. Un ejemplo es la doble vara de medir utilizada para el funeral de Mandela y para la instalación de cuchillas en la valla de Melilla. El entierro del hombre que acabó desde el perdón con la segregación racial, Ghandi con rizos, Lincon con guayaba, contará con la presencia de cerca de 90 mandatarios mundiales, lo mejor de cada casa, entre los que se encuentran quienes equiparan la inmigración africana a la peste negra.
Para restarle importancia, el Gobierno español sugiere que las cuchillas son el Securitas Direct de la frontera, pero en realidad son bayonetas en posición de firmes. Arguye que su intención es disuasoria, pero lo cierto es que cada vez que un senegalés intente escapar del hambre, correrá la sangre. La Iglesia ha criticado esta práctica, en las antípodas del mandamiento nuevo, por lo que creer que las cuchillas son buenas a la larga es un síntoma de doble personalidad. Suele pasar en quienes supeditan la misericordia a la seguridad. Deberían de saber que convertirse en mister Hyde es justo lo contrario de ponerse en la piel del otro.

1 comentario:

  1. Somos culpables de varias cosas,Javier:
    De sacar la riqueza sin dejar parte en esos países y al mismo tiempo en permitir que sus dirigentes sean unos ladrones.
    Al final,podemos llevarnos un susto en el Juicio Final,pero sería mejor evitar ese susto enmendando nuestra postura aquí. Un abrazo.

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