De ahí que tras la audiencia concedida
por el Papa a su fundador, Gustavo Gutiérrez, el laicismo analice el encuentro como si se hubiera reunido directamente con Lenin. Omite, no obstante, que, a diferencia
de otros ilustres miembros de la corriente, el dominico no planteó nunca el uso
de la fuerza en su defensa de los pobres. Más que nada porque poner la otra mejilla
es justo lo contrario que partir la boca.
Al laicismo, engañosamente equidistante, le gusta imaginar que al final de la audiencia
papal ambos entonaron Ay Carmela para contentar a la vez a la Virgen del Mar y a
las brigadas internacionales. Lo que significa que esta gente no entiende la
imposibilidad de casar la paz de Dios con la guerra. Aunque sea a los ricos. Por eso echa de menos a un Papa que reviente las reuniones del G-20 armado con canana, poncho y octavillas.
El Papa tiene suficiente autoridad y criterio para reunirse con quien considere conveniente.Lo han hecho Pontífices anteriores y espero que lo harán los sucesores del Papa Francisco.
ResponderEliminarNo toda la teología de la liberación es condenable y creo que este recibimiento del Papa Francisco es el de un padre antes que nada.
(¡Cuánta preocupación tienen por la Iglesia aquellos que no viven dentro de ella,amigo Javier!)
Un abrazo.
Y cuán falsa preocupación. Un abrazo.
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