martes, 16 de octubre de 2012

Alabanza atea



La teoría de los hijos desnaturalizados, aplicada a la religión católica, explica que de Jesucristo, un revolucionario, descienda un Papa reaccionario y una Iglesia facha. Así lo sugieren al menos los minúsculos enemigos del altar mayor, que pretenden convertir al hijo de Dios en un precursor de la Internacional con la única intención de alancear a la santa madre urbi et orbe.
La alabanza atea al que viene en nombre del Señor es estratégica. Si salvan de la quema al Mesías es para enviar a la hoguera a los que mantienen vivo el fuego sagrado desde el episodio de la zarza ardiente, razón por la que contraponen el sermón de la montaña al valle de los caídos, que es un modo artero de utilizar la geografía como munición para bombardear Roma desde Belén.  
Los que utilizan malas artes para alabar la figura de Cristo esgrimen un argumento de brocha gorda, el amor de Jesús a los pobres, para afiliarlo al partido comunista a título póstumo y así enterrarlo en el panteón de Mao, a fin de que de la cohabitación de la Biblia y el libro rojo surja un nuevo tratado de educación para la ciudadanía que proponga ser buenos sin ser santos.  
De modo que elogian al Jesús hombre para despojar al catolicismo de su esencia, que es el Jesús celestial. Saben que sin su condición divina, Cristo sería sólo un combatiente con barba, referencia estética imprescindible para quien cursa lucha de clases. Y, ya puestos, también para diferenciar al revolucionario del tirano. Un revolucionario sin barba desemboca en Stalin, pero con ella, en cambio, se convierte en un soneto con balas, como el Che, si es poblada. O en un Bardén, si es de tres días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario