lunes, 4 de noviembre de 2013

Católicos de base

Ni sé ni quiero saber el motivo por el que no se me considera un católico de base a pesar de que Botín no me cuenta entre sus amistades. Si no me importa es porque entiendo que la definición implica extrapolar el debate político al ámbito religioso. Presuponer que existe un catolicismo de base obliga a considerar que existe otro de élite. O sea, la lucha teologal de clases, que obliga al creyente neutral a escoger entre el leproso y el publicano. Un dilema postizo, como demuestra el rico Zaqueo, quien sube a la higuera para ver pasar a Jesús con más amor que el palmero que sube a la palma y más emoción que el miliciano que trepó a un pino verde por ver si la divisaba.
Hay que puntualizar que en seno de la Iglesia de hoy no es tanto el dinero como la moral, el modo en que se interpreta, la que establece la línea divisoria entre unos y otros. Esto explica que una parte del catolicismo de base acoja con cautela el cuestionario remitido por El Vaticano a las conferencias episcopales para conocer cómo responde el catolicismo a los problemas del mundo. Este grupo de creyentes cree que la encuesta encierra un peligro potencial, que no radica en la respuesta de los obispos, sino del propio pueblo de Dios, dado que entiende que en cuestiones morales el común de los feligreses no es progresista. Lo que desemboca en la paradójica conclusión de que el catolicismo de base es el catolicismo de élite.

2 comentarios:

  1. Los añadidos,como ciertos entorchados,no suman belleza sino pesadez al conjunto. Un cristiano,con tal de serlo,tiene "trabajo" suficiente en su vida.
    Tal como me decía un buen amigo sacerdote en el Pirineo:
    Algunos,cuantas más parroquias tienen a su cargo,menos acuden a ninguna...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar