martes, 9 de diciembre de 2014

Castrar al gato

Puesto que Jesús mismo habla en parábolas comprendo que haya una Biblia infantil, pero no un Quijote para escolares, aunque lleve la garantía Pérez Reverte, que es la marca Miele de los escritores.  Dudo que Cervantes diera el nihil obstat a esta ocurrencia de la RAE porque  con su obra maestra don Miguel consiguió justamente lo contrario. Esto es, que la novela, como género, alcanzara la madurez literaria.
Entre llegar a pocos con la fantasía de Isco o a muchos con la furia de Camacho, la RAE se decanta por Iniesta de mi vida sin entender que el distintivo de calidad de El Quijote radica en la forma tanto como en el fondo. La ilustre institución olvida que con la desnatada prosa contemporánea como soporte gramatical las andanzas de Alonso Quijano no habrían merecido siquiera el interés de Avellaneda.
La depuración estilística ordenada por la RAE viene ser como si la academia checa decide, a fin de aproximar La Metamorfosis al entendimiento de los párvulos, transformar a Gregorio Samsa en la abeja Maya. Además, por mucho que allane el texto, no conseguirá captar la atención de un alumnado que estudia los molinos de viento, cuna de las energías renovables, en conocimiento del medio, en lugar de en la asignatura mixta en la que los incluye Cervantes, mitad literatura, mitad psiquiatría.
De modo que al castrar el gato, la RAE mata al gato. O al menos, lo deja sin lustre. Gordo, pero sin lustre. Eso sin contar con que debido al bajo nivel medio del escolar español es difícil que  haya colas en los colegios de primaria para adquirir el volumen. Sin leerlo sé que, con suerte, es un libro para treintañeros supervivientes del informe Pisa. Posiblemente me equivoque, pero me da la impresión de que la mayoría de los de veinte es incapaz de interpretar adecuadamente  la moraleja de Caperucita.

2 comentarios:

  1. En mis tiempos,Javier,allá por el año 1965 cuando yo tenía 10 tiernos años,teníamos el Quijote de lectura obligada. Te puedo jurar que en ningún momento sufrí traumas por leerlo,más aún,era una delicia ir siguiendo las aventuras y desventuras del hidalgo de la Mancha. Claro que,eramos de otra pasta... Un abrazo.

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  2. Buenos tiempos, entonces, los tuyos. Un abrazo.

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