En el imaginario inoculado en la sociedad cerril por el pensamiento
dominante el autor de la
Rerum Novarum se representa como un adicto a la hoz y el
martillo, Trotsky con sotana, mientras el segundo cohabita con las esvásticas
sin que se le mueva un músculo de la cara. Lo cierto es que ambos fueron grandes pontífices
-uno dijo ya está bien a los amos de la tierra y otro a los señores de la guerra- pero la progresía insiste en enfrentarlos porque tiene claro que el contraste
es el hábitat del maniqueísmo.
De ahí que sugiera que el primero se iba de cervezas con
Marx, que le tendría por opiáceo, y que el segundo es la antítesis de lo que
merece la Iglesia de los pobres. A
saber, curas obreros, sacristanes afilados a la UGT y monaguillos de las
juventudes socialistas que sacan el agua
para bendecir del pozo del Tío Raimundo.
Jugar con cartas marcadas va siendo ya una costumbre que hace años podía causar cierto estupor y que ahora se aplaude y jalea como si de algo bueno se tratase. El "todo vale" va siempre en la misma dirección: La Iglesia.
ResponderEliminar¡Hombre,Nerón ya nos dio "un aviso" que supimos captar estupendamente,más que nada porque ser cristianos no significa ser lelos.
Es decir,sigamos caminando,poniendo al Señor como referente y al prójimo como hermano.Lo demás,chifletes...
Un abrazo,Javier.¡Nadie dijo que iba ser fácil compartir la Cruz del Maestro!.
Se quedan en los estereotipos. Un abrazo.
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