El artefacto en cuestión es de intensidad media baja. No es
una granada de mano, pero tampoco una perita en dulce. La explosión habría
generado daños materiales, menores, si se quiere, pero intencionados. El kilo
de pólvora no lo había dejado olvidado la fallera mayor y la bombona de butano
no estaba allí para sugerir que es tiempo de cocinar porque llega el de
abstinencia.
Otra cosa es que el que dejó el recado no recibiera el entrenamiento
adecuado. Al parecer, la bomba de relojería se planificó a partir de la canción
de Lucho Gatica, por lo que, al no marcar las horas por deseo expreso del
titular, lo mismo estalla en vísperas que en maitines. Lo que lleva a plantear
que el autor se rige por un huso diferente al de España. Tal vez el que dejó la
libra de clavos es un convecino de Carlos Mejía Godoy, el de Palacagüina. El problema
ahora es saber dónde escondió el formón.
Rodear la noticia,como se ha hecho,de cierto romanticismo anarquista(¿?)es comparar un diamante sudafricano con el culo de una botella de gaseosa la Casera,por decir algo.
ResponderEliminarAutodenominarse comando Mateo Morral(un angelito-ironía)es tener más eggs que una granja avícola.
Se comienza con tontadas y se acaba matando cristianos o no cristianos,para el caso,seres humanos,en nombre de su libertad criminal.
La Policía debe actuar con prontitud y firmeza...y acierto,por supuesto. Un abrazo,Javier.
La diarrea mental produce estos actos. Un abrazo.
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