“¿De dónde sale todo este odio?”, pregunta Willem Dafoe a
Gene Hackman en Arde Mississippi, el estado insignia del Klan, marco escénico
de linchamientos de negros en la película de Alan Parker, que otorga al racismo
el papel protagonista e incluye a la intolerancia en el atrezo. La pregunta de
Dafoe es más bien un estupor cercado por interrogaciones válido también para preguntar
ahora por el motivo que sustenta el fuego graneado contra la llama de amor
viva.
La causa primera hay que buscarla en la incapacidad del
hombre para concebir el pecado como lo
que es, la zona oscura, lo que le lleva a su vez a ignorar que la luz radica en
el carácter divino del perdón, máxima expresión de amor porque transforma la cicatriz
en piel fértil, que no otra cosa es la conversión.
Y como el hombre tiende a la conversión, el laicismo
visceral llena el camino de trampas. El odio a la Iglesia no es cosa de hoy,
pero la sustitución de la piqueta por la taladradora para demoler la piedra
angular evidencia que hay más prisas que nunca por echar abajo la casa de Dios.
Desde que Benedicto XVI anunció su renuncia se han multiplicado los ataques
contra la Iglesia, península de la fe, rodeada de enemigos por todas partes
menos por una, la que enlaza con el cielo, lo que garantiza que cuando concluya
el viejo combate entre el hígado y el corazón permanecerá en pie el cuerpo místico
de Cristo.
Se odia aquello que no se conoce en profundidad,que no se domina,que no se puede comprar,Javier. Y ello lleva al deseo de matar a todo lo que no es dominable. Triste y malvado. Y sobre eso,con variaciones sobre el mismo tema,no queda otra acción que oponer a todo ello el amor,profundo,sincero,firme,doloroso si es necesario,confiado en Dios.
ResponderEliminarHasta no creyentes como el emperador Marco Aurelio decía: "La mejor manera de vencer al enemigo es no ser como ellos".
Un abrazo y buen día. Por eso S.Ignacio incide tanto en el discernimiento cada noche ante el Señor.
Este combate lo gana el corazón. Un abrazo.
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