La aforada, para justificar su petición, esgrime que el
sueldo de los capellanes debe de gastarse en tratamientos y no en persignar a
los que van a morir. Ni que decir tiene que mezcla demagogicamente el pañuelo de la Verónica
con las gasas esterilizadas con la torticera intención de expulsar a Dios de
los quirófanos o, al menos, de impedirle el paso mediante un cordón sanitario.
Hay que ver lo que da de sí el desconocimiento. Poner en
cuarentena a la extremaunción es ignorar que el plato fuerte de la Última Cena
es la resurrección. Y
que, para los que están en fase terminal, hay una enorme distancia entre esperanza de vida y la vida en esperanza.
Pero explícale esto a quien cree que el dolor de los pecados es una versión
espiritual del cólico miserere.
He trabajado en hospital más de 30 años,como enfermero cristiano he solicitado cientos de veces al capellán que acudiese a mi Servicio ante la menor insinuación de un paciente de necesidad de consuelo espiritual. Más aún,hace muchos años,removí cielos y tierra ante la petición de un vagabundo judío marroquí para encontrar un rabino. El más cercano estaba en Barcelona pero no teníamos tiempo material para que acudiese,así que le ofrecí el auxilio del P.Rafael(q.e.p.d),accedió el enfermo,recitaron salmos y murió en paz.
ResponderEliminarLe puedo decir a la diputada esta que se meta su petición donde le quepa.
Un abrazo,Javier.
Tú sabes mejor que yo lo que significa un capellán en un hospital. Es luz de la Luz. Un abrazo.
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