Fue Lope quien justificó que, puesto lo pedía el vulgo, se
le hablara en necio para darle gusto, pero esta regla no es hoy de aplicación. Más que nada porque un necio de los de antes tendría en la actualidad
rango de crítico teatral. Entre el espectador de entonces y el televidente
actual media la misma distancia que entre el corral de comedias y el
patio de vecindad de Sálvame. No es lo mismo pegar la oreja al
lenguaje barroco que a la lengua de trapo que caracteriza a los tertulianos que desnudan
en público su privacidad.
Que este tipo de programas comparta parrilla con los que pretenden para la Iglesia el martirio de San Lorenzo explica en parte la
influencia de las tesis laicistas en una sociedad que, a efectos mediáticos, se
aferra a la ley del mínimo esfuerzo. De hecho, la audiencia se comería vivo a quien tuviera la ocurrencia
de proyectar ahora en horario estelar El perro del Hortelano. El
espectador tipo da como mucho para aguantar una versión infantil de La ratita
presumida. Si por él fuera Estudio 1 siempre acabaría en La 2.
Una cosa es rebuscar en la basura física como hacen muchas personas desfavorecidas pero que así buscan su supervivencia,amigo Javier,conservando toda su dignidad,machacada,pero dignidad;y otra,ingerir voluntaria y alocadamente,la basura moral,hedonista,desnortada,que llena el alma de gusanos...por un mal puñado de dólares.
ResponderEliminarUn abrazo.
En realidad, como bien dices, quienes rebuscan en la basura son personas necesitadas de apoyo. Por lo mismo, creo que los espectadores de estos programas también necesitan ayuda. Un abrazo.
ResponderEliminar