Demetrio Fernández sugiere que la irrupción de la ideología
de género en el salón comedor rompe las costuras de la institución. En la réplica incluida en el acuse de recibo Vázquez, en lugar de argumentar con temple, ha utilizado una puya tan fácil que no ha conseguido el aplauso de los del siete
y además se le ha escapado el toro vivo. Incluso ha tenido que pedir excusas
por extralimitarse con las banderillas. Tras calificar su dentellada como
metáfora desafortunada el portavoz ha aprendido de golpe el motivo por el que
las comparaciones son odiosas.
Y es que, aunque experto en más allá, el obispo no ha dicho nada del otro mundo. No se mete en el reparto de las
tareas del hogar. No pide que el varón sea quien lleve los pantalones en
casa ni la dama quien tenga que plancharlos. El prelado defiende únicamente que la
familia se componga de padre, madre e hijos. Y esto, contra lo que sostiene
Vázquez, no lo predica la Iglesia católica, sino la ley natural. Si quiere poner en cuestión también la de la gravedad, que lo haga, pero la inercia determina que el error cae siempre por su propio
peso.
Entrar como elefantes en una cacharrería es propio de muchos,especialmente de la autodenominada progresía.Son como el maestro Ciruela,que nada sabía y ponía escuela...
ResponderEliminarEstos,además de no saber y de presumirlo,hacen como si supiesen,doble error,pero están que se salen de ego.
Personalmente,la vida me ha enseñado a aprender de todas las personas,de Matias,el barrendero de mi calle,de Ventura,el portero de mi casa,de María Jesús la frutera del mercadillo...Y eso me enriquece y de paso,hago amigos.Un abrazo,Javier.
El problema es que el elefante cree que la cacharrería es suya. Buen día.
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