Que el cine religioso pasa con pena y sin gloria por la gran
cita del fotograma lo demuestra que no se seleccionara hace un par de años La última
cima en la categoría de mejor documental. Aunque la película sobre el sacerdote
Pablo Domínguez no superó el corte del selecto club del guión adaptado, llenó los
cines, como Torrente, para que, justicia poética, el brazo tonto de la ley
tuviera el contrapeso del incorrupto de Santa Teresa.
La colonización de la cultura del celuloide por parte del laicismo explica el menosprecio de una cinta que tuvo la osadía de rozar el Ebro
sin referirse en la
batalla. La subida al Moncayo del sacerdote, que falleció en
la escalada junto a una amiga, está rodada con altura espiritual, sin los golpes
bajos marca de la casa que prefiere el cineasta maniqueo experto en Guerra Civil. Lo
que hace suponer que aquí tampoco habría triunfado De dioses y hombres, basada
en la matanza real de siete monjes en Argelia a manos de radicales islamistas. Lógico: háblales del
Císter a quienes creen que la civilización occidental surgió de una comuna.
Por eso no voy al cine hace más de cinco años.Para ver a Willy Toledo bramando,con abrir la caja tonta tengo bastante. Eso sí,el CD con la película "De dioses y hombres" o el documental "El gran silencio" los tengo a buen recaudo en mi biblioteca de imágenes. Un abrazo,Javier.
ResponderEliminarYo voy de vez en cuando, aunque rara vez me emociona una película. Un abrazo.
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