San Pablo, que las veía venir, expresó en su epístola de
anatomía espiritual la importancia de que se complementaran el cerebelo, el
tronco y las extremidades. Desde luego, nada mejor para transitar el camino que
una cabeza despejada y un corazón contento. Por este motivo, el apóstol de
Tarso aclaró que la Iglesia está compuesta por diversos órganos que han de
servir a un sólo cuerpo. Lo contrario, la anarquía dentro de un orden, no es
recomendable: si el ojo mira mal a la mano, malo, y si el hombro le dice al
muslo de qué pie cojea, peor.
Como quiera que el Espíritu Santo no ha dado el don de
lenguas a los que hablan por los codos, sino a los que saben lo que se dicen,
la Iglesia no debe de ser en cuestiones de mensaje ni guirigay en latín ni
babel con púlpito. Lo que no significa atacar la libertad de expresión. Se puede beber como se quiera siempre que sea del odre del vino nuevo, al que desde fuera quieren echarle gaseosa a fin de rebajarle la solera. Para que nos entendamos, si el laicismo pide una revisión crítica de la doctrina
católica es para convertir la Última Cena en un resopón.
Chesterton señalaba: El que no cree en Dios,acaba creyendo en cualquier cosa...
ResponderEliminarNegarle a Dios el poder de tener para sí la mejor Madre es utilizar la ley del embudo,pero ya se sabe que muchos,el ser humano esencialmente,somos capaces de cualquier cosa.
¡Cómo señala el bueno de Obélix: están locos estos romanos!...
Un abrazo,Javier.
Para ellos no hay más dogma que el suyo. Un abrazo.
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