El Papa ha pedido a los fieles, sintetizados en un grupo de
menores con problemas judiciales, que no se la dejen robar por nada del mundo.
Si taponan el butrón, el cielo les recompensa sobre la marcha. La esperanza es
el agua subterránea que nace en el venero de la fe. Sin ella, el hombre es
un despojo tendido en un sofá, un día sin periódicos, un corazón sin ganas y
sin tiempo, una rondalla sin laúdes, una mujer sin vientre, un niño sin
caricia, una lumbre sin ojos que la miren.
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