Como darle vueltas a las cosas sólo es rentable para el
equipo Red Bull, el pontífice ha usado la línea recta para referirse a un
mal globalizado que se extienden desde el sexo en directo en Madrid al pago por
visión en Amsterdam. A Francisco no le cabe duda de que ninguna de estas
mujeres proporciona placer por su propio gusto.
Ni tampoco de que las bienaventuranzas no han perdido vigencia
ni modernidad, por lo que la mención al estado de las prostitutas es su modo de
decirles que el Señor está de su parte. De recordarles que la predilección por
los que sufren erradica el sufrimiento y que el Justo no llama a los enfermos para
que le cuenten sus miserias, sino para quitárselas. Porque las penas, con Dios, que es
pan de vida, no es que sean menos, es que no son.
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