Al católico de hoy también se le supone la fe, aunque, por el
modo en que la esconde, tan en grado de posibilidad como el coraje de los
reclutas. De eso se aprovecha el laicismo, que se frota las manos por el
alejamiento de parte de los creyentes respecto a la doctrina, que es lo que
sucede cuando se otorga al dolor de los pecados categoría de rasguño
espiritual. Se empieza por no ir a misa y se termina por deconstruir el Credo.
Pero yo que el ateísmo no me reiría tanto porque ser
católico es como nadar, sólo que en el mar Rojo, ya que nunca se olvida. Aunque
parezca lo contrario, los no practicantes no son laicistas en potencia, sino almas
en barbecho con Dios en las lindes.
Me gusta el título de tu artículo,amigo Javier. El Credo,como la tortilla de patatas(salvando la inmensa diferencia que creo comprendes)me gusta mascarla,sintiendo el huevo,la cebolla y la misma patata entre mis dientes,saboreando esa deliciosa comida.
ResponderEliminarPara deconstruido,ya tomé papillas en mi infancia,no tan elaboradas como las actuales,más recias incluso.
Y en cuanto a nadar,¡qué le van a enseñar estos a un cartagenero,nacido junto a la iglesia Catedral de Sta.Maª la Vieja,residencia primitiva de los padres(el duque Severiano y su esposa)de los cuatro santos cartageneros(S.Isidoro,S.Leandro,S.Fulgencio y Sta. Florentina).
Un abrazo y buen día,amigo Javier.
Es imposible deconstruir el Credo. Esa es su fortaleza. Un abrazo.
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