Saavedra mete en escena a la iglesia del pueblo porque
sirve como punto de referencia urbanístico al diálogo posterior entre el
protagonista de la obra y el secundario de lujo acerca de la ubicación de la
casa de Dulcinea, que más parece discusión de arquitectos que de
deshacedores de entuertos. De modo que concluir que la alusión es una crítica
solapada al clero viene a ser como apreciar en las Bodas de Caná una indirecta de
Jesús a los bodegueros por la fama que arrastran de convertir el vino en agua.
Sucede que el hombre de letras de hoy, que se precia de agnóstico,
no soporta que don Miguel comulgue con la Iglesia del Dios trino, como acredita
la lectura del gran libro, cuya claridad es tanta que leerlo entre líneas para
sacar conclusiones equivocadas equivale a pedir censura para El Parvulito por considerar
que la frase mi mamá me mima es una velada incitación al incesto.
Delicioso tu artículo,amigo Javier.El Quijote vale más que una interpretacion torticera del mismo. Cervantes era un genio,amén de un hombre sencillo. Cristiano o judío converso me da igual porque es hijo del Padre,de nuestra España,de su historia. ¿Habrán leído el Quijote algunos de sus intérpretes,amigo Javier?.
ResponderEliminarUn abrazo.
El Quijote no es un libro religioso, pero desprende humanismo cristiano. Es así. Un abrazo.
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