Otros artistas, por el contrario, utilizan las malas artes
con Dios para cobrar fama. Y no de santidad. So pretexto de epatar a la
burguesía lo que busca es sacarle los cuartos con piezas blafemas. Al fin y al
cabo un burgués no es más que un hombre con el bolsillo lleno parado ante un
escaparate. Una presa fácil.
Lo que explica que, en vez de Gaudí, sea su coetáneo Duchamp el elegido
como el autor de la obra más influyente del arte contemporáneo: su urinario.
Esto revela que el papel del artista en la civilización occidental es
higiénico, de usar y tirar, y aclara que la distancia entre el arte sacro y el
laico es equivalente a la que media entre los dientes de leche y el escorbuto.
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